Johnny Walker
Pues mira, después de más de dos años sin saborear la victoria en la UFC, Johnny Walker por fin volvió a ganar este sábado en Shanghai. La verdad es que su comienzo en el evento principal fue un poco raro, ¿sabes? Algo fuera de lo habitual para él.
Un arranque complicado
Resulta que el brasileño se lanzó a por un derribo nada más empezar su pelea contra Mingyang Zhang. Vamos, una decisión que no pintaba bien y que le costó caro: acabó en el suelo recibiendo codazos desde abajo. Por suerte, Walker aguantó el tipo y logró sobrevivir a ese mal momento.
La remontada en el segundo round
Cuando llegó el segundo asalto, la cosa cambió por completo. Walker se sintió más suelto, más como él mismo. Empezó a castigar con patadas bajas que hicieron daño a Zhang, y luego se abalanzó con una ráfaga de golpes que forzaron la parada del combate en el minuto 2:37. Vamos, que se puso las pilas de verdad.
La sombra de la inactividad
Hay que tener en cuenta que esta era su primera pelea desde que Volkan Oezdemir le noqueó el pasado junio. Walker admitió que el parón le pasó factura al principio: «Me sentía un poco tímido, desconfiado», confesó. «Por eso abracé a Zhang cuando lo derribé… mi derribo no fue efectivo. Perdí un poco el timing con todo».
Recuperando la confianza
Pero en el segundo round, algo hizo click. «Empecé a moverme mejor, a sentir la peleá», explicó. «Dije: ‘Ahora es cuando’. Zhang me conectó buenos golpes, limpios, pero me tomé mi tiempo para recuperarme. Tengo buen mentón, ¡joder! Esto es el trabajo. Me encanta».
Experiencia vs. hype
Zhang llegaba con bastante expectación tras tres victorias por KO en primera ronda, algo que Walker conoce bien porque él también fue ese joven prometedor hace años. La diferencia es que Walker lleva seis o siete años enfrentándose a lo mejor del peso semipesado, y esa experiencia se notó. «Peleo con asesinos entrenados, y yo también lo soy», dijo. «Todos podemos salir dañados en este juego».
La pelea fue emocional para ambos, conscientes del sacrificio que hay detrás. Como bien dijo Walker: «Este es el trabajo más duro del mundo». Y vaya si lo demuestra.



